Hoy, de nuevo, ha estado todo el día lloviendo y no he salido más que para ir a comprar pan. La televisión ha estado todo el día puesta y pocas cosas han tenido valor, como de costumbre, pero si ha habido algo que me ha hecho pensar varias veces en escribir esta entrada. Le he dado muchas vueltas a lo que quería decir pues era un tema inmensamente bonito y al final, sin patrón, me he puesto ante las teclas a intentar contar lo que esta noticia dada en un informativo ha hecho que me sienta algo distinto, un poco más vivo y aunque con más penas que gloria contento de ser humano y de tener lo que tengo y a quien tengo conmigo.
Esta tarde, en un informativo contaban el como a los enfermos de Síndrome de Down les florecía y hacia mucho bien dejarles hacer su vida. Una parejita, joven, ligeramente dirigida por asistentes sociales hacia una vida en pareja igual que la de cualquier pareja. Todo esto es normal, puede que si, pero la cara de esta pareja era distinta.
Son personas, todos lo sabemos, que por alguna razón no dicen nunca que están cansados, no físicamente sino animicamente. Sus besos eran tan limpios... Se sentía cuanto se amaban, y sobre todo, como se necesitaban y apoyaban. Hoy he pensado en esas veces que discutes por nada y me he dado cuenta del tiempo que perdemos. Cocinaban juntos, compraban juntos, leían juntos... Se veía que les alimentaba el amor, se sentían felices y me alegré. Quedó claro para todos nosotros, la gente normal, para los malos de corazón, para los avaros y para los incrédulos que el amor alimenta el mundo o debería, que el amor es el motor que nos mueve... Verles leer el mismo libro, juntos, acurrucados uno contra el otro, ha sido algo precioso, algo que todos deberíamos envidiar.
A ellos, BRAVO, les deseo que sigan siempre igual y que no se falten el uno al otro nunca.