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domingo, 28 de marzo de 2010

UN RECUERDO A MI MADRE

Esta mañana, mientras leía la prensa y veía fotografías de pasados domingos de Ramos y sus procesiones me vino a la cabeza una "judiada" que le gasté a mi madre tal día como hoy hace ya muchos años, tendría yo entonces dos o tres añitos. Por aquel entonces ya empezaba yo a hacer de las mías.
Ocurrió así, mas o menos.
Aunque en mi casa no se puede decir que pasásemos necesidades, mi madre, como la mayoría de las madres de entonces, tenía que estirar el sueldo que entraba en casa, quitando de aquí y regateando en aquello. Poco a poco, había conseguido ahorrar unas pesetillas y me había comprado unos zapatitos de charol para estrenarlos tal día como hoy, estaba feliz solo de pensar en como iba a pasearme por el Campo de San Francisco con mis zapatitos nuevos...
.

Después de llegar de comprarmelos, me los probó con unos calcetines blancos que ella misma me había hecho y tras ver que me lucían muy bien, la pobre, orgullosa de lo bien que me veía me mandó que los guardara yo. Al rato, llego mi padre de trabajar y como siempre se sentó en la mesa de la cocina, que era donde hacíamos la vida, y más en invierno, pues teníamos de aquellas cocinas de hierro fundido alimentadas de carbón y era donde mas caliente se estaba. En poco tiempo, mi madre, había puesto la mesa y empezábamos a comer. Al poco de empezar, mi padre empezó a protestar mentando al carbonero, pues para ganarle dinero al carbón en el peso, lo mojaba, y eso hacia que oliera mal al arder. A cada dos o tres cucharadas que se llevaba a la boca volvía a acordarse de la familia del carbonero. Al terminar de comer, tras muchas veces mentado el carbonero y tras abrir un poco la ventana para ventilar, mi madre, con una sonrisa orgullosa que le llegaba de oreja a oreja, se levantó y saliendo de la cocina le dijo a mi padre: Verás lo que le he comprado al niño. Y fue a mi habitación. Al momento se la oyó venir y preguntar: Tinin, ¿dónde has puesto los zapatos? Yo, como si tal cosa, me bajé de mi silla y con seguridad dije al tiempo que abría la puerta del horno de la cocina de carbón:

Aquí.

A mi padre, casi se le veía una sonrisa fruto de la trastada que yo había hecho, pero a mi madre... A mi madre se le escaparon unas lágrimas, lágrimas de impotencia, aunque quisiera haberme dado unos azotes, tras la primera lágrima ya me había perdonado. Yo le había estropeado el Domingo de Ramos pero ella era así, buena como la que más. A los dos días, se levantó pronto, limpió mis viejos zapatos y a la procesión.

¿Por qué me habré acordado hoy de aquello?

11 comentarios:

Unknown dijo...

Hola!
Pues en tus primeras líneas lo dices, xq has estado viendo en la prensa fotos y te lo ha recordado.
Ahora que si quieres ir un poco mas allá, pues .. .. .. puedo decir; que en fechas "señaladas" casi siempre nos acordamos de nuestros seres queridos y tal vez mas de los que ya no están entre nosotros, por ello nuestra mente nos hace recordar vivencias pasadas llenas de complicidad entre nosotros y esas personas desaparecidas, que aún sacándote una sonrisa al recordar luego te deja una tristeza melancólica pues en realidad a quién querías contar tu "trastada" ya no se encuentra.
Al menos eso es lo que yo siento cuando comparto mis tratadas de cría con alguien.

Agustin dijo...

Cierto Elena, pues son muchas la veces que desearias contarle a alguien algo y siempre hechas de menos a quien no estás... Mi madre era BUENA GENTE.
Un beso

Jose Antonio dijo...

Qué sabias son las madres y que trastos hemos sido todos con ellas.

Un abrazo

rosama dijo...

Me imagino que al ser fechas tan señaladas y con muchas vivencias con los que ya no están, se les hecha tanto de menos que nos vienen a la cabeza un montón de recuerdos.
Un abrazo.

Flowher dijo...

hasta me resulta imposible imaginar un mundo sin música, más aún pensar en que podría ser verdad... :)
un saludo y gracias

David Lucas dijo...

Anécdotas que siempre se recordarán.
Más cuando las personas ya se han ido y son tan importantes como una madre.
En esas situaciones hay secretos que guardan el sentido de la vida.
Agustín, un abrazo.

ANRAFERA dijo...

...hechos, momentos, anécdotas, que siempre quedarán en nosotros y de vez en cuando, por cualquier circunstancia, salen a brote y nos acordamos de nuestros seres queridos que ya no estan. Felicitaciones por esta bonita entrada en recuerdo a tu madre. A mí me ocurre igual...y son yá unos cuantos años que se me fué, al igual que mi padre. Un cordial saludo.

Jimmy dijo...

Recordar esas cosillas siempre da nostalgia de la buena.

¡Que cabroncete el carbonero! La picaresca española todavía sobrevive.

El Pinto dijo...

No creo que te acordaras puntualmente, por la forma de contar, lo que siento es que está.
La buena gente siempre queda
Un fuerte abrazo

cabreada dijo...

Pues te habrás acordado porque ¿tienes algún problema en las manos?
Ya sabes que el refrán dice:
En domingo de ramos o estrenas zapatos o se te caen la manos, o algo parecido

A. S. Pérez dijo...

Hola Agustín.

Pasaba simplemente a saludarte, que hace tiempo que no veo movimiento por aquí.

¿Todo bien?

Un abrazo.