Alguien al que le duelen los golpes, y no me refiero a los físicos, no, me refiero a los que te rompen por dentro. Ya está uno cansado de oir siempre las mismas arengas, de poner la otra mejilla... Solo tengo dos y ya empiezan a cambiar de color... Parecen moradas.
Toda mi vida, creo, he intentado emplear mi vida en beneficio de los demás y nunca pedí nada. Ahora, cuando se supone uno ya ha pasado su ecuador particular sigue viendo como lo más normal es escuchar peticiones de todos cuantos le rodean y nadie parece darse cuenta de que yo también se pedir, que tengo derechos y no solo obligaciones, que he de vivir. Deben pensar que visto lo visto uno ha de estar en la gloria, y, nada más lejos de la realidad. Cuando llegan estas fechas me voy dando cuenta de lo solo que se puede estar aun estando rodeado de gente. Me doy cuenta de que no siempre la gente tiene entre pecho y espalda lo mismo que yo. Debo de ser de otro mundo o yo diría que soy transparente, que nadie me ve. Es duro dar la sensación de ser un llorón a mis años, pero, que puedo hacer. Solo siento algo de calor humano cuando estoy con mi mujer, y en algunas ocasiones cuando mis compañeros me alientan en mi trabajo...
Aun así, y se que esos no van a leer esto, a todos, FELIZ NAVIDAD.